2.6.12

Lo que el viento se llevó

 
Mediados del siglo XIX. Scarlett O’Hara (Vivien Leigh), una bella joven caprichosa y pasional, vive en una de las grandes mansiones del sur de los Estados Unidos rodeada de esclavos negros y todo tipo de lujos. Lo único que no puede conseguir es a Ashley Wilkes (Leslie Howard), el hombre del que está enamorada y que, a su vez, está comprometido en matrimonio con su prima, Melanie Hamilton (Olivia de Havilland), una dulce y cariñosa mujer incapaz de odiar.
La Guerra de Secesión está a punto de estallar y los jóvenes sureños muestran su entusiasmo por entrar en combate. No así Rhett Butler (Clark Gable), un hombre atractivo que no tiene más interés que su propio beneficio. Butler se enamora de Scarlett durante una fiesta en los «Doce Robles», la finca de Ashley, y no cesará en su empeño de lograr su amor durante toda la película, aunque Scarlett seguirá obsesionada con Ashley a pesar del paso de los años y de varios matrimonios por interés.
El espectador asiste a la evolución vital de la protagonista, desde su adolescencia hasta su madurez, y a su lucha constante por sobrevivir y conseguir todo lo que se propone. Un personaje lleno de fuerza, ambición, autoestima e incapacidad de sentir miedo que cautiva e imprime ánimos en todo aquel que se acerca a ella.


En Hollywood el sistema de producción se impone sobre la política de autor, como queda claro en el proceso de elaboración de la más ejemplar de las maravillas de la fábrica de sueños. Debida a la producción de David O. Selznick, en 1939, y dirigida por diversas manos, aunque firmada por Victor Fleming, Lo que el viento se llevó recoge mejor que cualquier tratado de historia, entre suspiros y amoríos, los últimos estertores y la transformación del feudalizado y esclavista Sur hacia el moderno capitalismo. El personaje de Scarlett, interpretado por Vivien Leigh, es el prototipo de aquellos que supieron adaptarse al cambio y sobrevivir y prosperar a costa de sus últimos restos de inocencia caballeresca. El de Butler, que interpreta Clark Gable, es el de los perspicaces que hacía tiempo que solicitaban ese cambio, pues sólo en el momento más desesperado se deja llevar por el romanticismo de la causa perdida que representa el sur. Somos iguales: egoístas, astutos y malos, dice en cierto momento, es decir, son cómo exige la nueva y competitiva situación. El personaje de Ashley, que encarna Leslie Howard, es en cambio, el representante de lo que muere: el buen amo, querido de sus propios esclavos, el caballero incapaz de romper sus principios y por tanto, también de sobrevivir sin la ayuda de Scarlett. Algo así es Melanie, interpretada por Olivia de Havilland, que viene a representar los valores cristianos en estado puro, sin la perceptiva dosis de hipocresía que los hace progresar y desde luego, incapaz de entender los verdaderos móviles de las personas de su alrededor que tanto ama. El guión es tan fenomenal, la historia está tan certeramente contada que pasa por encima de cualquier deficiencia (del hecho, por ejemplo, de que el blando Howard parezca poco apto para hacer sombra al gallardo Gable en las preferencias de Scarlett durante tantos años). Al final, en cambio, pesa un exceso de esquematismo (o falta un buen uso de la elipsis), ya que todo se acelera, se cuenta demasiado deprisa y se juntan dos entierros y diversas discusiones y cambios de estado de ánimo de la pareja protagonista. Lo más admirable es cómo el film consigue explicar todo el rumbo de un país a través de una historia de amor, con sólo breves referencias a la situación de ambos bandos y apenas algún momento épico, como el del incendio de Atlanta y la huida a Tara. A pesar del claro posicionamiento de la autora de la novela en favor del Sur esclavista, el hecho de que lo recree sin nostalgia y resaltando los valores antirrománticos de la protagonista, le da una objetividad encomiable. Además, deja claro que la filosofía del viejo sur permanece en cierto modo mientras permanezca la propiedad de esa tierra roja de Tara sobre la que caen las lágrimas y los juramentos de la protagonista.